SOBRE LA ORIGINALIDAD DEL PENSAMIENTO DE FOUCAULT
La multiplicidad de perspectivas que las Ciencias Sociales presentan, permite diversificar también las miradas sobre el análisis de las ideas.
Tomando posición desde una de estas posibles miradas -la más superficial- el pensamiento de Foucault es original en tanto revela una definición totalmente nueva para su época y que aún no ha sido superada: el Poder visto como una trama, una red que atraviesa todas las relaciones y desde la cual se constituye.
Mirando un poco más profundamente, se pueden observar particularidades en el desarrollo de sus conceptos que devienen de una metodología innovadora y revolucionaria: el análisis e interpretación del Poder se realiza a través de la construcción de una genealogía de las relaciones que lo develan, y de una elaboración de marcada estructura arqueológica.
Foucault se adentra en los confines de la sociedad feudal para delimitar los elementos que constituyen las relaciones de Poder en la modernidad. Analiza cómo el Poder soberano se ejercía directamente sobre los cuerpos de los dominados y cómo el Poder disciplinario, característico de la modernidad sigue ejerciendo el mismo control pero a través de una ideología y praxis diferentes. El cuerpo ya no es el receptáculo visible de la opresión: la ley no se ejercita con los mecanismos del suplicio, no existe el derecho de pernada, etc., pero los mecanismos que la disciplina despliega sobre los sujetos y los instrumentos de que se vale para lograr sus objetivos, hacen que el Poder siga imponiéndose en los cuerpos a modo de “inscripción”.
La modernidad organiza su estructura de Poder desde las relaciones sociales, relaciones que son promovidas y estructuradas en y por las instituciones públicas y/o privadas. Así, la salud, la seguridad, la educación y el trabajo, se constituyen desde su misma exterioridad (su arquitectura) hasta su sistema de funcionalidad en hospitales, cárceles, ejércitos, escuelas y fábricas, que llevarán adelante la organización de la sociedad a través del ejercicio de una disciplina que apuntará a la preservación del orden social.
Bajo la óptica capitalista los sujetos que componen la sociedad son también susceptibles de extracción de ganancia., y es fundamental contar con mecanismos que controlen naturalmente las conductas que atenten contra el orden establecido. En este sentido, Foucault desarrolla los principios que permiten que el Poder disciplinario se ejecute con la máxima eficiencia, y éstos son los que él llama “los medios del buen encauzamiento”. La vigilancia jerárquica, la sanción disciplinaria y el examen, como síntesis combinatoria de ambos, son los instrumentos que garantizan el ejercicio natural de la disciplina.
La importancia del desarrollo de estos conceptos hace de Michel Foucault uno de los pensadores más significativos del Siglo XX, dado que el alcance de sus ideas es aplicable, en tanto define las relaciones sociales de la época, a la diversidad de las Ciencias Sociales y ha enriquecido no sólo el campo de la Filosofía, sino el del Derecho, la Psicología, etc.
La multiplicidad de perspectivas que las Ciencias Sociales presentan, permite diversificar también las miradas sobre el análisis de las ideas.
Tomando posición desde una de estas posibles miradas -la más superficial- el pensamiento de Foucault es original en tanto revela una definición totalmente nueva para su época y que aún no ha sido superada: el Poder visto como una trama, una red que atraviesa todas las relaciones y desde la cual se constituye.
Mirando un poco más profundamente, se pueden observar particularidades en el desarrollo de sus conceptos que devienen de una metodología innovadora y revolucionaria: el análisis e interpretación del Poder se realiza a través de la construcción de una genealogía de las relaciones que lo develan, y de una elaboración de marcada estructura arqueológica.
Foucault se adentra en los confines de la sociedad feudal para delimitar los elementos que constituyen las relaciones de Poder en la modernidad. Analiza cómo el Poder soberano se ejercía directamente sobre los cuerpos de los dominados y cómo el Poder disciplinario, característico de la modernidad sigue ejerciendo el mismo control pero a través de una ideología y praxis diferentes. El cuerpo ya no es el receptáculo visible de la opresión: la ley no se ejercita con los mecanismos del suplicio, no existe el derecho de pernada, etc., pero los mecanismos que la disciplina despliega sobre los sujetos y los instrumentos de que se vale para lograr sus objetivos, hacen que el Poder siga imponiéndose en los cuerpos a modo de “inscripción”.
La modernidad organiza su estructura de Poder desde las relaciones sociales, relaciones que son promovidas y estructuradas en y por las instituciones públicas y/o privadas. Así, la salud, la seguridad, la educación y el trabajo, se constituyen desde su misma exterioridad (su arquitectura) hasta su sistema de funcionalidad en hospitales, cárceles, ejércitos, escuelas y fábricas, que llevarán adelante la organización de la sociedad a través del ejercicio de una disciplina que apuntará a la preservación del orden social.
Bajo la óptica capitalista los sujetos que componen la sociedad son también susceptibles de extracción de ganancia., y es fundamental contar con mecanismos que controlen naturalmente las conductas que atenten contra el orden establecido. En este sentido, Foucault desarrolla los principios que permiten que el Poder disciplinario se ejecute con la máxima eficiencia, y éstos son los que él llama “los medios del buen encauzamiento”. La vigilancia jerárquica, la sanción disciplinaria y el examen, como síntesis combinatoria de ambos, son los instrumentos que garantizan el ejercicio natural de la disciplina.
La importancia del desarrollo de estos conceptos hace de Michel Foucault uno de los pensadores más significativos del Siglo XX, dado que el alcance de sus ideas es aplicable, en tanto define las relaciones sociales de la época, a la diversidad de las Ciencias Sociales y ha enriquecido no sólo el campo de la Filosofía, sino el del Derecho, la Psicología, etc.
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